Warriors, con corazón y juego de campeón

Juego y carácter. Talento y personalidad. Sonrisas y ferocidad. Todo eso demostraron los Golden State Warriors para ganar el séptimo partido de la serie de primera ronda de los playoffs de la NBA contra los Sacramento Kings. La superlativa actuación de Stephen Curry estuvo acompañada por jugadores que saben desempeñar papeles menos luminosos, con Kevon Looney como abanderado de los comunes.

La capacidad de Curry para anotar puntos es conocida por todos. Compañeros, rivales, espectadores y analistas saben que en un partido decisivo él tomará el mando. Tirará lo que haga falta y no se esconderá. El balón estará en sus manos porque no hay mejor lugar para que llegue a su destino. A veces, aprovechará las cortinas para llegar antes que su defensor y tener tiempo de sobra para tirar. Otras veces, su manejo del balón es suficiente para crearse espacio. Utiliza su amenaza de tiro de tres puntos para encontrar pasillos que lleven al aro. Parar a Curry cuando está inspirado es misión imposible. Los 50 puntos del domingo confirmaron esta afirmación.

¿Qué sería de Steph sin el valioso trabajo silencioso de colaboradores como Looney, Draymond Green, especialmente centrado en el día más importante, Andrew Wiggins y Gary Payton II? La imprescindible aportación de los secundarios hace brillar aún más la actuación de la estrella.

Un rebote en defensa y otro en ataque para Looney. Otro en defensa y uno más en ataque. Y así hasta llegar a los 21, imprescindibles para los Warriors.

Una pantalla, una falta oportuna, una asistencia precisa, un corte al aro para recibir el pase milimétrico y una defensa infranqueable, parte del variado repertorio de Green.

Un tiro de media distancia, un triple, uno cerca del aro tras penetración y otro entendiendo dónde colocarse para recibir el balón, algunas de las virtudes de Wiggins.

Un tapón con un tiro en salto oportuno, el juego de pies necesario para detener al atacante de turno y tres paradas más pese a no ser de los más altos, en la caja de herramientas ofrecida por Payton.

Así, pese a una noche errática de Klay Thompson, que aun así anotó un triple con falta en un momento caliente del partido, y la pobre producción de Jordan Poole, los Warriors ofrecieron su colaboración al estelar Curry.

CURRY, INCONTROLABLE
Curry es un tirador insaciable. Pero es mucho más que eso. Mucho, mucho más. Los 7 triples que anotó en la victoria sobre los Kings en los playoffs representan sólo una fracción de su arsenal de recursos ofensivos. Cada vez que el defensor consigue que el #30 de los Warriors deje de tirar desde la larga distancia, entonces él va hacia el aro sin importar si hay uno, dos o tres oponentes que se interpongan en su camino. Incluso si le hacen falta encuentra la manera de hacer un tiro ridículo para cualquier otro jugador y, para colmo, meterlo.

Lo que a otros les parece impensable, Steph lo resuelve con naturalidad. Los tiros fluyen de sus manos, con la posición ideal o con la menos aconsejable. A él le da igual, él tira. “La confianza que tengo en mí mismo, saber quién soy y cómo juego es algo que se construye trabajando duro. Eso es lo más importante: trabajar para conseguir objetivos. Tengo una confianza irracional en mi juego”.

Esa confianza irracional le llevó a la abrumadora catarata de puntos que convirtió este domingo. Cincuenta. Sí, cincuenta. Y en un séptimo partido de los playoffs, algo que nadie había logrado en la historia de la NBA. Kevin Durant tenía la marca más alta en un Game 7 con 48.

Curry tiene 35 años. La templanza de un veterano y la irreverencia de un joven. La seria responsabilidad de un líder y la sonrisa de un niño. Con esa edad o más, sólo Karl Malone había anotado tantos puntos en un partido de postemporada. Pero si restringimos la búsqueda a un séptimo partido de playoffs, entonces Curry superó con creces la marca anterior, que estaba en poder de Kareem Abdul-Jabbar con 29 en las Finales de 1984.

Con los 50 en el Golden 1 Center de Sacramento, Steph totalizó 236 en la serie de 7 partidos contra los Kings. Así, sólo Wilt Chamberlain con 270 en las Finales de División de 1964 y Rick Barry con 245 en las Finales de 1967 anotaron más puntos para los Warriors en una serie de playoffs.

LOONEY, TRABAJADOR DE LUJO
No brilla. No habla. Tira al aro cuando está tan cerca de la canasta que no sería posible otra decisión. Sabe colocarse para coger rebotes, tanto en ataque como en defensa. Lucha contra los hombres grandes más grandes y fuertes de sus oponentes. En resumen, Kevon Looney trabaja para el equipo.

Looney capturó 21 rebotes en el partido decisivo contra los Kings, 11 en defensa y 10 en ataque. También anotó 11 puntos con 4 de 5 en tiros de campo.

El pívot de los Warriors cogió 106 rebotes en los playoffs contra Sacramento. Promedió más de 15 por partido. Sólo tres jugadores en la historia de los Warriors habían alcanzado los 100 rebotes en una serie de playoffs: Wilt Chamberlain, Nate Thurmond y Clyde Lee.

37 de los rebotes de Looney en la serie fueron ofensivos. Desde 2003, cuando Ben Wallace capturó 42, ningún jugador había capturado tantos rebotes ofensivos.