Pujols se prepara para una vida fuera del terreno de juego

Para muchos (entre los que me incluyo) que crecimos viendo a Albert Pujols como jugador, el final de su carrera tuvo un sabor agridulce. Todo el mundo es consciente de que cuando llegue su momento, “La Máquina” será llevada a la inmortalidad de Cooperstown, pero saber que un jugador que jugó durante más de dos décadas al más alto nivel del béisbol de las Grandes Ligas ya no estará, especialmente alguien con tanto significado para su país como Albert Pujols, tiene un impacto emocional.

Sin embargo, durante el Día de las Leyendas del Béisbol Dominicano en homenaje a su gran carrera, todos pudieron apreciar a un Pujols renovado.

De hecho, durante la mañana del domingo 4 de diciembre, Pujols estuvo presente en la ceremonia de entrega del Premio Juan Marichal, donde se le entregó un reconocimiento especial por su trayectoria. Desde ese momento, los presentes pudieron notar a un hombre más relajado que de costumbre, sin el enorme fuego competitivo en sus ojos que se notaba en “La Máquina”. Esta es la señal de que Pujols está contento con el final de su carrera e ilusionado con lo que viene.

“Estoy durmiendo como un bebé”, dijo Pujols entre risas. “No tengo que preocuparme por mi swing ni por nada. Mi rutina ahora es tal vez ir un poco al gimnasio y estoy durmiendo súper bien, porque sé que el estrés ya no viene. Así como viene el éxito, también viene el estrés del béisbol”, agregó el dominicano.

Pujols aprovechó para revelar la “razón principal” por la que decidió retirarse de las Grandes Ligas.

“Cuando los jóvenes talentos se te acercan, los (Vladimir) Guerrero Jr, (Juan) Soto y te dicen ‘tú eres mi pelotero favorito desde que era niño’, yo dije ‘bueno, es hora de retirarme'”, agregó Pujols, también entre risas.

En términos generales, Pujols se mostró más que agradecido con todos aquellos que en algún momento aportaron un granito de arena a su carrera. Dio las gracias a sus fans, a la prensa y a los tres equipos que le dieron la oportunidad de hacer realidad su sueño. El niño que vendía frikitakis en el Estadio Quisqueya de su natal República Dominicana, hoy se siente feliz por todo lo que ha logrado en el camino.