Judge, Maris y los antiguos fantasmas Yankees

Su historia, más que curiosa y particular, tiene también un tono de tragedia. Dos veces Jugador Más Valioso de la Liga Americana, sus propios aficionados se volvieron contra él por el único “pecado” de meterse con los fantasmas de los Yankees. Sí, porque absolutamente nadie, pero nadie quería que Maris dejara atrás una marca de jonrones establecida por el legendario Babe Ruth 34 años antes.

Además, si la rompía, la gente (incluidos periodistas y ejecutivos de la MLB) prefería que lo hiciera su compañero de equipo y eventual miembro del Salón de la Fama, el espectacular ambidiestro Micky Mantle. Formado en “la casa”, Mantle heredó la etiqueta de ídolo que dejó vacante Joe DiMaggio. Era la ‘imagen’ ideal, pero una lesión le dejó en el camino, dando paso a que Maris hiciera historia al final de la temporada de 1961.

Pero no antes de recibir amenazas, perder el pelo e incluso ser abucheado en todos los estadios que visitaba. Esta es la historia de Maris, el dueño de la marca que el juez quiere romper.

Del fantasma de Ruth a la “trampa” McGwire-Sosa-Bonds.
Cuando los Yankees se enfrenten a los Rays de Tampa Bay este sábado, Judge estará a 55 jonrones de empatar y a siete de superar la marca de Maris.

Judge llegó a 55 jonrones en sus primeros 136 juegos, el tercero más rápido en la historia de la MLB. Sólo Sammy Sosa, con 58 (1999), y Barry Bonds, con 57 (2001), registraron más en ese número de partidos. De hecho, es la novena vez en la historia de la Liga Americana que un jugador registra al menos 55 jonrones.

Judge, asimismo, busca ser el tercero en la Liga Americana con al menos 60 jonrones, el primero desde Maris en 1961. Antes de él, Ruth llegó a los 60 en 1927.

Lo curioso de Maris, y también de Mantle, es que mientras perseguían el récord (entonces la marca global de jonrones en todas las Grandes Ligas), el comisionado Ford Frick estableció que para que la marca fuera “válida”, tendría que ser en 154 partidos, tal y como hizo Ruth.

Esa fue la primera temporada en la Liga Americana con la extensión de 162 juegos, la que conocemos hoy. Si alguno de los dos (Mantle aún no se había lesionado) rompía la marca fuera de ese periodo, el récord tendría un asterisco. Y así fue.

Mantle se quedó en el camino tras sufrir inicialmente una infección respiratoria cuando el locutor del equipo le recomendó que visitara a un médico especial: Max Jacobson, alias “Dr. Feelgood”.

Jacobson era conocido entre los famosos y los políticos como un médico que administraba inyecciones de anfetaminas mezcladas con vitaminas y placenta humana, entre otras cosas, que te ‘curaban’ de la noche a la mañana.

La inyección, según la biografía de Mantle, salió mal. Fue hospitalizado con fiebre e infección. La herida se abrió unos cinco centímetros por encima del hueso de la cadera. Fin de la temporada para Mantle, que regresó brevemente para la Serie Mundial. Quedó con 54 jonrones.

Esto abrió la puerta para que Maris siguiera en carrera. Cuando llegó el famoso juego 154, fecha que el comisionado había fijado, Maris no pasó de 59. “Todo el mundo está contento”.

Aun así, le quedaban varios juegos para superar la marca. Empató el récord de Ruth en casa contra Baltimore frente al lanzador Jake Fisher. Luego, el 1 de octubre de 1961, en el último juego de la temporada regular, Maris conectó para 61 contra el lanzador novato de los Medias Rojas de Boston, Tracy Stallard. La pelota fue atrapada en las gradas por un joven camionero, Sal Durante.

La seguridad del estadio le dijo al chico que Maris quería la pelota, que se la diera. El joven, que entonces tenía 19 años, aceptó. Pero sólo con una condición: tenía que dársela a Maris personalmente y reunirse con él.

Cuando lo hizo, al final de la reunión, Maris firmó la pelota. Pero no se la quedó; al contrario, le confesó al chico que prefería que se la quedara él. “Que le iba a sacar mucho dinero”.

Eso ahí, más allá de ganar las Series Mundiales a final de año, o de romper el mito del fantasma de Ruth (o incluso de aguantar los gritos de que Mantle era mejor que él) fue su mejor legado ese año. Una clara demostración de su clase como persona que, a pesar de sufrir innumerables situaciones que le afectaron para el resto de su carrera, nunca pensó de forma egoísta. Siempre en equipo.

Maris nunca fue el mismo. Al año siguiente, conectó 33 jonrones, luego 23, después 26. Y en sus últimas cuatro temporadas, combinó sólo 35 jonrones en total, sus dos últimas con los Cardenales de San Luis.

En 1991, un panel eliminó oficialmente el asterisco de la marca de Maris. No vivió para verlo, ya que falleció un lustro antes a los 51 años.