Harden escribe su propio guion de redención
Él es el responsable último de que los Sixers tengan vida en estos playoffs contra los Boston Celtics.
Ya nadie mira si Harden tiene sobrepeso, si sale de noche o si publica algo inapropiado en las redes sociales. Harden habla cada vez menos fuera de la cancha y mucho más dentro de ella. Mientras P.J. Tucker le grita en la cara a Embiid que reaccione en el clutch, que demuestre que es el mejor jugador de la NBA, es La Barba quien asume la responsabilidad de cuidar el balón cuando pesa como un globo de arena.
En pocas palabras: lo que Embiid sufre, Harden lo disfruta. La serie regular no son los playoffs y estamos devorando cucharadas cada partido.
Seamos claros para no confundir: los Celtics son mejor equipo que los Sixers. Por profundidad, por calidad, por energía. Harden, sin embargo, está haciendo todo lo posible para que esta máxima no se materialice en el marcador final. Para que los Sixers estén a la altura, necesitan una producción extraordinaria como la que está mostrando La Barba. Sin él, esta serie ya habría acabado en barrida.
El domingo por la tarde, Harden tuvo su segundo partido de 40 puntos en la serie, recuperándose de un desacertado Juego 3 en el que estuvo mal alineado de cara al aro. Según GIS, Harden se une a Allen Iverson (seis en 2001 y dos en 2003) como los únicos Sixers con varios partidos de 40 puntos o más en una misma postemporada.
La hoja de estadísticas es demoledora, pero si compruebas la hoja de estadísticas del domingo, verás que Embiid tuvo 34 puntos, 13 rebotes y tres asistencias. La hoja de estadísticas es bastante decente, si no excelente, pero no refleja en absoluto lo que sucedió en el resultado.
“Creo que los jugadores tenemos que dar un paso adelante…… Yo tengo que hacer mi trabajo. Todo el mundo sabe cuál es su papel y tiene que hacer el suyo”, dijo el camerunés tras el tercer partido, en el que Boston iba ganando sin paliativos.
Parecía un misil dirigido a Harden esa declaración, pero la realidad es que también podría haber sido autocrítica y quizá algo de culpabilidad. Lo cierto es lo que pudimos ver: Los números de Embiid eran buenos, pero mientras Harden aceleraba en solitario en los últimos compases del partido, con sangre caliente en las venas, Embiid era un coche torpe al que sus compañeros tenían que empujar para que funcionara.
Quizá por eso todavía no se entiende la defensa de Jaylen Brown al cierre de la segunda prórroga que acabó con el tiro decisivo de Harden. Con los Celtics dos puntos arriba, ¿por qué cerrarse y doblar a Embiid dejando a Harden solo para el tiro decisivo de tres puntos? Sólo con ver un poco de esta serie ya sabíamos quién iba a hacer el último tiro. Un pecado que todavía debe estar dando vueltas en la cabeza de Joe Mazzulla.
Sobre todo si nos fijamos en lo que pasó en los dos partidos que perdieron con Harden. En el primero hizo 45 puntos con un tiro ganador a falta de ocho segundos. En el segundo hizo 42 con 19 segundos por jugar.