Desempolven sus jerseys aficionados de los Bulls

La mayoría de los aficionados mayores de 30 años en Latinoamérica y el mundo se hicieron fanáticos del baloncesto de la NBA gracias a los Chicago Bulls en los 90, una década dominada por Jordan y los Bulls. Desde entonces han vivido dos décadas de oscurantismo, salvo un par de temporadas en las que fueron medianamente competitivos con Derrick Rose, pero nunca pudieron vencer a los equipos de Lebron James.

La serie “El último baile” tiró de la fibra sensible y removió recuerdos imborrables en muchos aficionados de Chicago y con un timing perfecto la franquicia de Illinois les ha devuelto la ilusión y el ánimo de lucirse ante sus seguidores gracias a una brillante temporada que les sitúa como líderes de la Conferencia Este con prácticamente la mitad del torneo disputado y a punto de superar el total de victorias que lograron la pasada temporada.

Lo que empezó como una racha improbable de alargar se ha convertido en una realidad, hasta el punto de que la apuesta por los Bulls para ser campeones de la NBA que empezó la temporada pagando 100 a 1 ahora sólo paga 20 a 1.

Pero, ¿qué movimientos ha hecho Chicago? ¿Por dónde empezar a explicar este cambio? Y quizás buena parte de la respuesta esté en el cambio de gestión. En 2020 los Bulls dieron las gracias a una de sus leyendas, John Paxson, y entregaron las operaciones de baloncesto a Artuas Karnisovas, el artífice de los competitivos Denver Nuggets que en su primer movimiento trajo a Billy Donovan como entrenador y un año después traspasó a Nikola Vucevic, una contratación que si bien parecía sólida no deslumbró a nadie.

Sin duda el movimiento más impactante fue el de fichar a un veterano de 32 años al que el viento de Chicago ha rejuvenecido, DeRozan está teniendo la campaña más eficiente de su carrera y con 3 canastas ganadoras de partidos en el último segundo se ha convertido en el clutch man de los Bulls. El ex jugador de los Spurs ha descargado la carga ofensiva de LaVine y ha equilibrado la cancha con Vucevic. El nuevo trío de Chicago está promediando más de 61 puntos por partido, un 48% de FG y la friolera de un 39% de 3pts.

Pero el mayor mérito de esta dirección y cuerpo técnico es exprimir la mejor versión de jugadores como Lonzo Ball y Alex Caruso, dos elementos que encajan perfectamente como jugadores de rol pero que impactan en el juego cada noche. Estos dos representan la construcción al estilo “moneyball” del modelo de éxito de los Bulls.

Ahora, la pregunta que se hacen todos los aficionados de Chicago es si el sueño terminará pronto, si esta ilusión no se desmoronará, si su equipo podrá competir con los Bucks de Giannis, los Nets del Big 3 o los Sixers de Embiid. Difícil responder a estas dudas pero de momento han presentado argumentos para creer en sus posibilidades y de momento para que todos esos aficionados ocultos de los Bulls salgan de la oscuridad, desempolven sus camisetas y demuestren una vez más por qué empezaron a amar la NBA. Sus Bulls les han devuelto la ilusión.