De rupturas, desconcentraciones y polémicas etílicas
COMO DICEN TODOS los jugadores del sector: “esto es un negocio”. Y hay que estar preparado para cuando suceda. O te adaptas o pereces. No hay término medio. Aunque en 2022 Gurriel no tuvo la mejor temporada de sus siete años de carrera en Las Mayores, su valor de mercado se fijó en 12 millones de dólares. Sin embargo, apenas consiguió un “agónico” contrato de ligas menores con los Marlins de Miami, donde está tratando de ganarse un puesto de titular. Un amigo me dice que no entiende cómo un titular indiscutible y jugador vital en el último campeón de la Serie Mundial va a estar sentado en el banquillo de uno de los peores equipos de las mayores: “Es una locura”, dice. Respuesta básica, Garret Cooper, el primera base titular, está teniendo un gran comienzo con el madero (.333 AVE/.378 OBP/.619 SLG). Le corresponde a Gurriel, de 38 años, no sentarse a llorar, sino aprovechar cada oportunidad para demostrar que le queda gasolina en el tanque. El caso de Gurriel no hace sino reafirmar la idea de que los jugadores deben dejar a un lado el sentimentalismo y jugar para el mejor postor. Poco o nada debería importar que te llamen mercenario. Al final, habrá un día en que alguien te dirá “ya no eres necesario en el equipo”.
TENGO QUE ACEPTAR que los Astros vivirán para siempre con la mancha de su esquema de robo de firmas en 2017, cuando ganaron su primera Serie Mundial. Algo que me parece ridículo porque varios jugadores han jurado y perjurado que todos los equipos usan tecnología para robar letreros (incluso no es ventaja) y es ilógico pretender que en pleno siglo XXI el modus operandi para hacerlo sea el mismo que en 1890. No queda más remedio que convivir con el puritanismo (hipócrita) en el béisbol. Lo que sí me llama la atención es cómo en este tema concreto los jugadores y exjugadores se sueltan la lengua con una facilidad pasmosa. Ya sabemos que Mike Fiers, un lanzador que aceptó el anillo de campeón de las Series Mundiales y nunca dijo ni pío mientras sus compañeros robaban carteles, fue el que delató a sus compañeros, sólo cuando dejó el equipo. Ahora fue el turno del catcher retirado Evan Gattis de soltar la sopa en Twitter. Soy yo o nadie más recuerda la frase “lo que pasa en la casa club se queda en la casa club”.
GATTIS PUSO MÁS LEÑA AL FUEGO cuando afirmó en un hilo de Twitter que participó en el robo. “Recuerdo saber lo que venía contra Kershaw”, tuiteó Gattis en referencia a la apertura del as de los Dodgers de Los Ángeles, Clayton Kershaw, en el Juego 5 de la Serie Mundial de 2017. “Como equipo hicimos swings y fallamos solo un puñado de veces contra él”. (Solo hicieron 4 swings al aire en 94 lanzamientos). Y respondió “sí” después de que le preguntaran si sabía que venía el pitcheo cuando conectó el jonrón que puso a su equipo arriba 1-0 contra los Yankees de Nueva York en el Juego 7 de la Serie de Campeonato de la Liga Americana. Más tarde, Gattis quiso rebajar la temperatura de sus declaraciones escribiendo: “Aaaaaaaaand I happen to say stupid things from time to time”, pero en mi opinión el mal ya estaba hecho. Un tipo de su perfil no puede desahogarse así y luego pretender que la gente piense que es una broma. En la vida hay códigos inquebrantables y también límites que no se deben traspasar: el chivateo es uno de ellos.
HUBO UN TIEMPO en que Javier Báez estaba entre los cinco jugadores más emocionantes de ver, pero en el béisbol de las Grandes Ligas no es tan sencillo como parece seguir siéndolo. Báez, un jugador excepcional defensivamente, ha disminuido su producción ofensiva con los Tigres de Detroit después de firmar un contrato de seis años y 140 millones de dólares en diciembre de 2021. No es atractivo verlo jugar luchando con sus problemas en la caja de bateo o simplemente cometiendo errores mentales que atraen la ira de su mánager A.J. Hinch. La falta de concentración del jugador de 30 años en la caja de bateo ya empieza a ser preocupante. Su primer año con Detroit fue un desastre y este segundo, comenzó donde lo dejó en 2022. ¿Qué le pasa? Tal vez una respuesta podría encontrarse en su 54% de persecución de lanzamientos (chase contact), el peor de su carrera de 10 temporadas en MLB. Si no tiene una zona de bateo definida, será mucho más fácil dominarlo.
LA MEDIDA DE PROLONGAR la venta de alcohol hasta la octava entrada esta temporada, adoptada por algunos equipos de la MLB en correspondencia con la reducción de la duración de los partidos en unos 30 minutos por el reloj de lanzamientos, agradó a los bebedores, obviamente. Pero no a todos los protagonistas de esta historia les agradó demasiado la decisión. El lanzador de los Philadelphia Phillies, Matt Strahm, cree que las Grandes Ligas de Béisbol están cometiendo un error al aceptar retrasar el “toque de queda” para tomarse una cerveza. Strahm tiene su punto de vista, y uno muy válido: “La razón por la que dejamos de [vender alcohol en] el séptimo antes fue para dar tiempo a nuestros aficionados a estar sobrios y conducir a casa con seguridad, ¿verdad? Así que ahora, con un partido de ritmo más rápido, y siendo yo un tipo con sentido común, si el partido va a terminar más rápido, ¿no trasladaríamos la venta de cerveza a la sexta entrada para dar tiempo a nuestros aficionados a estar sobrios y conducir a casa?”.