De los abucheos hipócritas, la resiliencia y la brillantez

Parece que el venezolano José Altuve seguirá siendo persona non grata en la Gran Manzana por el resto de su carrera. Tal vez incluso más tiempo, a juzgar por los abucheos que soportó esta semana en el Yankee Stadium cada vez que su nombre se escuchó en el sistema de amplificación local antes de un bateo. Está claro que los aficionados de los Yankees aún no pueden perdonar a los Astros por haberles ganado en siete juegos en la Serie de Campeonato de la Liga Americana de 2017, según ellos, escudados en la trama de robo de firmas que salió a la luz pública dos años después y por la que se ganaron el apodo de Trashtros. Pero, en particular, aborrecen al diminuto intermedista venezolano de 1,70 metros porque, además de castigarlos con el madero, ganó la distinción de Jugador Más Valioso (MVP) de esa temporada con 405 puntos por delante de Aaron Judge, de los Yankees (279). Según los Yankees y sus aficionados, se sintió como un robo y a Altuve se lo recuerdan a cada momento. Cada día me sorprende la falta de memoria o, mejor dicho, la memoria selectiva de la gente. No le perdonan a Altuve algo que no pocos jugadores de Grandes Ligas han dicho por activa y por pasiva que ocurre en todos los equipos de la MLB.

ROBAR SEÑALES al rival es parte de este juego centenario y pretender que en el siglo XXI se roben señales de la misma manera que se hacía a finales del siglo XIX o en el XX es simplemente una tontería. Sin embargo, el caso de Altuve es más llamativo porque los Yankees también robaron señales utilizando la tecnología a su favor. Según la carta de Rob Manfred a los Yankees en la que se detalla el uso ilícito de la tecnología, los Mulos cometieron violaciones que, según los jugadores y el personal, se convirtieron en algo habitual en este deporte después de que se instalaran monitores de repetición instantánea cerca de los dugouts en 2014. Como dice el refrán: ladrón que roba ladrón, merece cien años de perdón. Altuve, por la gracia que me ha sido conferida… te absuelvo de todos tus pecados. Yankees y sus fans…vayan a llorar al parque y dejen de predicar la moral en los calzoncillos.

EL PITCHER MARK APPEL acaba de protagonizar otra historia de resiliencia cuando por fin pudo debutar en la Gran Carpa, después de pasar unos nueve largos años persiguiendo una meta que llevaba el signo del globo, del fracaso y de cualquier adjetivo que se te ocurra. Y es que Appel no era sólo un elegido del draft universitario de 2013, Appel era “El Elegido”, ya que los Astros lo seleccionaron con el número 1 del draft. Un año antes, Houston también tuvo la elección número 1 y seleccionó a un tal Carlos Correa. Pero la carrera de Appel no tiene nada que ver con la de su ilustre predecesor. Todas las esperanzas puestas en Appel se desvanecieron en las menores hasta 2015, cuando pasó a los Filis de Filadelfia como parte del paquete que trajo a Ken Giles a los Astros. Debido a las lesiones y la ineficacia, Appel dejó el béisbol en 2018 antes de regresar a la organización de los Filis en 2021. Cuando todos pensábamos que el único momento destacado de su carrera sería el día del draft de 2013, pues nos quedamos sorprendidos cuando finalmente debutó en las Grandes Ligas el miércoles 29 de junio, un partido en el que lanzó una entrada sin anotación contra los Bravos de Atlanta. Para poner el esfuerzo y la resistencia de Appel en perspectiva: con 30 años y 349 días, es la primera selección general del draft de junio (desde 1965) que debuta en las MLB a una edad avanzada.

SE HA HECHO costumbre mencionar al fenómeno Shohei Ohtani en esta columna. El pelotero bidireccional japonés tiene una peculiar tendencia a sorprendernos tanto con el bate como lanzando bolas de humo hacia el plato. La última de sus hazañas se produjo en el montículo, cuando ponchó a 30 rivales sin permitir una carrera en un lapso de tres salidas. Ohtani es el tercer lanzador en la historia de los Ángeles que consigue una actuación semejante. En las 62 temporadas del equipo en las mayores (1961-2022), sólo John Lackey y Nolan Ryan habían sido capaces de hacerlo. Y añado más, sólo otros tres lanzadores lo han hecho en los últimos 10 años: Jacob deGrom, Chris Sale y Clayton Kershaw.