NO ESTOY EXAGERANDO, David Ortiz, si quisiera, podría presentarse a la presidencia de la República Dominicana. Sí… señor. Y aclaro, estas no son ni mucho menos mis figuraciones. Un grupo de periodistas del país caribeño le preguntaron el sábado, antes de entrar al viejo, pero impecable edificio que alberga el Salón de la Fama, si entre sus planes futuros pensaba dedicarse a la política. Dijo que no, pero repito que si quisiera, podría hacerlo. El alcance mediático de Ortiz y su popularidad “entre los tigres que son míos” es impresionante, quizás tan sólido como los legendarios éxitos que lo llevaron al templo de los inmortales. Colegas dominicanos aseguraron que hubo más prensa siguiendo la exaltación de Ortiz de la que suele haber para cubrir al presidente de la nación. Otro colega fue más cauto, pero no se aleja de esa suposición, al señalar que “Papi recibió un trato presidencial por parte de los medios dominicanos”.
DAVID ORTIZ se apoderó de Cooperstown, pero los tigres de la República Dominicana fueron el socio perfecto para el fin de semana de exaltación. Ortiz fue la razón que los unió, digamos su Dios, su credo. Y los tigueres no le fallaron. La frase “K lo K (que significa es lo que es o lo que es)” fue la más escuchada durante este fin de semana en el que más de un lugareño alquiló su casa y emigró para evitar el ajetreo que conllevan, como cada año, las actividades del Salón de la Fama. Si habitualmente hay ajetreo en Cooperstown por estas fechas, esta vez se multiplica por la plaza. Pero la frase que mejor ilustra lo sucedido entre el 22 y el 24 de julio en la pequeña localidad del estado de Nueva York fue lanzada por, quién si no, el jugador más veterano, David Ortiz, que dijo en uno de los muchos encuentros con los medios de comunicación “Nosotros (los dominicanos) vamos a armar tal jaleo que nadie más nos va a aceptar aquí”. Sólo le faltó soltar el micrófono como en su día hizo Kobe Bryant.
REPÚBLICA DOMINICANA tiene ahora cuatro miembros en el Salón de la Fama, casualmente, todos votados por la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA): Juan Marichal que abrió la puerta en 1983. Entonces recibió 313 votos de un total de 374. Después, en sentido figurado por qué tardó 32 años en ser exaltado Pedro Martínez en 2015 con 500 de 549 votos emitidos. Tres años después entró Vladimir Marrero con 500 de 549 votos y finalmente Ortiz (307 de 394 votos), quien además se convirtió en el primer bateador designado en llegar a Cooperstown en su primer año de elegibilidad. Sus cuatro placas forman parte de las 268 de jugadores instaladas en las paredes de Cooperstown, donde sólo han llegado el uno por ciento de los jugadores que han jugado en las Grandes Ligas durante más de siglo y medio.
APROVECHANDO la presencia de importantes comunicadores dominicanos, indagué sobre su visión de cómo definirían la mayoría de los dominicanos los cuatro caballos que están en Cooperstown. Para tener una noción exacta, o al menos cercana a la realidad, les pedí a Dionisio Soldevila, Jefe de Redacción de Diario Libre, y a Enrique Rojas, reportero de ESPN, que completaran la frase El MÁS…. Y esta fue su respuesta El MÁS, cómo ven los dominicanos a los cuatro caballos dominicanos que ya están inmortalizados. Esta fue su respuesta. “Juan Marichal el más respetado. Pedro Martínez el más seguido. Vladimir el más reservado. Y David Ortiz el más popular.
EL JUEVES anterior a la exaltación entendí por qué Big Papi es un tipo tan querido en República Dominicana y Estados Unidos. Una cena informal reafirmó lo que muchos que lo han tratado personalmente afirmaron: “Papi es un ser humano increíble. Estando en la mesa de al lado, y en uno de esos raros momentos de silencio que no abundan cuando se reúne una tropa de dominicanos, me acerqué a él y me tomé el atrevimiento de hablar en nombre de los cubanos que aman el béisbol. Le dije: “Los cubanos no te quieren”. Papi se sorprendió…, pero enseguida respondió como si fuera un lord inglés, pero con acento caribeño: “Hay muchos cubanos que me quieren”.
DESPUÉS DE NOMBRAR a varios jugadores y ex jugadores de origen cubano, le pregunté si se acordaba del I Clásico Mundial (2006) cuando la República Dominicana jugó contra Cuba en la segunda ronda en el Hiram Birthorn de Puerto Rico y le pegó un jonrón al lanzador Jonder Martínez, que todavía no ha caído y su “perreo” es probablemente el más intenso, espectacular y recordado de la historia reciente del béisbol cubano. Papi se echó a reír, como si hubiera tenido un flashback, e inmediatamente me contó con detalle lo que había pasado. Según Papi, el catcher cubano (Ariel Pestano) pidió un lanzamiento y el pitcher le dijo que no, se golpeó el pecho desafiantemente y repitió el mismo lanzamiento que le había sorprendido momentos antes. Eso le molestó mucho y se lo hizo pagar. Recordó que mientras corría las bases, Pestano le gritó molesto a su lanzador: “oye (improperio), no sabes que ese es Big Papi”. Al día siguiente, en una entrevista exclusiva coordinada con ESPN, Papi llegó al hotel y pensé que ni siquiera iba a recordar mi cara. Para mi sorpresa me lanzó un jovial, “hey, Cuba…, K lo K”.
Y CUBA ESTUVO bien presente en la Clase de 2022. Tony Oliva y Orestes ‘Minie’ Miñoso completaron la tríada de latinoamericanos homenajeados este año junto a Big Papi. Tanto Oliva, de 84 años, como Miñoso, fallecido en 2015, fueron inducidos a través del Comité de Veteranos. Oliva, oriundo de la provincia de Pinar del Río, al oeste de La Habana, brilló con los Mellizos de Minnesota en la década de 1960 y parte de la de 1970. Mientras que Miñoso, de Matanzas, al este de la capital cubana, fue una figura estelar de los Medias Blancas de Chicago en los 50 y parte de los 60, además de ser el primer latino negro en romper la barrera racial. Entre los dos participaron en 21 partidos del All-Star, 13 Miñoso y 8 Oliva. A ambos se les erigió una estatua en Chicago y Minnesota, respectivamente, y se convirtieron en el quinto y sexto exaltados, uniéndose a José de la Caridad Méndez (2006), Cristóbal Torriente (2006), Tany Pérez (2000) y Martín Dihigo (1977). Además de estos, el relevista Felo Ramírez y el ejecutivo Alex Pompez también tienen su hueco en Cooperstown.
Lamentablemente, Miñoso no pudo ver este reconocimiento en vida. Oliva sí, y tuvo la satisfacción de compartirlo con la familia que formó en Estados Unidos y con su hermano, Juan Carlos Oliva -que integró las poderosas selecciones cubanas de los años 70 y 80-, quien recibió una visa para viajar con su esposa desde la isla. “Mi corazón está siempre en Cubita”, repitió Oliva en varias entrevistas. También agradeció a la ciudad de Minnesota que lo acogió y fue el lugar donde construyó una carrera y una familia. Su humildad llegó a tal punto que dedicó su discurso de exaltación, más a hablar de los demás y pedir la inmortalización de su compatriota Luis Tiant, que de sí mismo. “¿Quién le iba a decir a este guajirito que iba a salir de una finca en Cuba y que iba a tener una estatua en Minnesota?”, dijo durante los festejos. Yo añadiría, una estatua en Minnesota y una placa en Cooperstown.
CIERRO CON CONTRASTES. Los medios dominicanos no sólo invadieron Cooperstown para seguir a uno de sus hijos pródigos. Contaron cientos de historias sobre Big Papi. Lo mismo ocurrió hace dos años, durante la exaltación del puertorriqueño Edgar Martínez y el panameño Mariano Rivera. Lamentablemente, Oliva y Miñoso no pudieron contar nada similar desde su tierra natal. Hasta la madrugada del lunes 25 de julio no se publicó una sola frase en los tres diarios oficiales de mayor circulación y difusión (Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores) sobre la exaltación de estos dos grandes pilares del béisbol cubano que brillaron en la liga más poderosa del mundo.